En nuestros tiempos, cada vez se viaja más para estudiar o trabajar en otros países. Esto implica quedarse un periodo de tiempo en una ciudad que es totalmente nueva para el que viaja. Por ello, se pueden experimentar una serie de fases y síntomas que intervienen en la adaptación a esta nueva cultura, que no siempre es fácil. ¿Cómo podemos hacer frente a estos sentimientos de desorientación ante un nuevo país de residencia?
¿De qué se trata el choque cultural?
Choque cultural o Shock cultural, son los términos que se usan para describir la ansiedad y los sentimientos (de confusión, desorientación, malestar, sorpresa, etc.) que experimenta una persona por entrar en contacto con un entorno social totalmente distinto, por ejemplo otro país.
Esta situación se origina como resultado de encontrarse en un ambiente que no se conoce; nuevo idioma, costumbres, personas, comida, normas sociales, etc. También tiene gran influencia en este proceso el hecho de estar separado de la familia y los amigos.
Es importante resaltar que este choque no solo tiene lugar cuando se viaja en busca de un trabajo o por un periodo largo de tiempo, sino que también puede darse cuando se viaja por otros motivos como, por ejemplo, terminar la carrera en otro sitio o una estancia corta para aprender un idioma.
Etapas que se dan en el choque
En este proceso de adaptación a la nueva ciudad, se pueden dar varias etapas mediante las que va cambiando la percepción que las personas tienen del nuevo lugar y, por consiguiente, la acomodación de éstas a la nueva situación. Las fases que pueden darse en estas circunstancias son las siguientes:
- Fase de Luna de Miel: en esta etapa predomina el interés y el entusiasmo ante todo lo nuevo.
- Fase de Desintegración: con el paso del tiempo las diferencias culturales no parecen tan apasionantes, y se produce continuamente una comparación con las costumbres del país de origen. Es un proceso normal en el que se da importancia a los valores de la cultura propia. Se experimentan los síntomas mencionados anteriormente y aparece necesidad de apoyo familiar.
- Periodo de Negociación: en esta etapa se trabaja para resolver las diferencias culturales, no centrando la atención únicamente en aquello que resulta negativo.
- Fase de Aceptación: se comienza a asimilar las diferencias y a vivir con ellas, lo que favorece la adaptación al nuevo ambiente. Aparece el sentimiento de seguridad y se establecen nuevas relaciones. Esta evolución hace que aparezcan valoraciones positivas sobre la nueva cultura.
- Fase de Independencia: se experimenta un sentimiento de pertenencia al lugar en el que se vive, consiguiendo disfrutar tanto como en el sitio del que se procede.
Síntomas del choque cultural
Por otro lado, el choque cultural se puede manifestar mediante una serie de síntomas que no aparecen en igual medida o intensidad en todas las personas, pero algunos de los más comunes son:
- Tristeza y sentimientos de soledad, melancolía, aburrimiento.
- Problemas de sueño. En ocasiones se padece insomnio y en otras ocasiones se duerme más de lo habitual.
- Trastornos alimentarios.
- Sentimiento de imposición de la cultura de origen por encima de la sensibilidad de los miembros de la cultura de acogida.
- Deseos de hablar con alguien que entienda nuestra situación.
- Irritación, rechazo, ausencia de ganas de relacionarse con otros.
- Dolor de cabeza, de estómago o cansancio.
- Idealización de la cultura propia.
- Sentirse confundido y perdido.
- Rechazo hacia la cultura de acogida.
- Disminución en el rendimiento académico y/o laboral.
- Falta de confianza en uno/a mismo/a.
¿Qué puedo hacer ante estos síntomas?
Por la molestia o tristeza que provoca esta situación, hay ciertas estrategias que ayudan a hacer más llevadero este proceso y a lograr la plena adaptación al nuevo ambiente. Puede ser de gran ayuda:
- Comprender que lo que ocurre es parte del proceso de irse fuera. Si se conocen las etapas y los síntomas resultará más fácil afrontar el choque cultural.
- Conocer información sobre el país de destino: costumbres, comidas, tradiciones, etc.
- Conocer a otras personas también.
- No menospreciar la cultura de acogida.
- Mantener contacto con los familiares y amigos pero sin estar continuamente hablando con ellos. Es importante que encontremos apoyo en personas de nuestra confianza y que nos sintamos arropados pero intentando también hacer nuevos amigos de la comunidad local. Aunque parezca difícil establecer nuevas amistades, resultará muy beneficioso para entender la nueva cultura y para que nos sintamos mejor.
- Apuntarse a actividades, clases o talleres de alguna temática que nos resulte interesante. Esto facilita la gestión del tiempo libre, realizando labores útiles y que pueden resultarnos gratificantes, así como conocer gente nueva del lugar que pueda tener intereses comunes a los propios.
- Realizar actividades de ocio que resulten agradables o divertidas y que se practican en el país de origen, como por ejemplo ir a conciertos o jugar al tenis.
- Aprender el idioma del país en el que se vive.
- Pedir ayuda si se necesita y permitirse estar triste. Nuestra familia, amigos, conocidos y lugares que nos gustan están lejos de nosotros, por lo que es normal sentir tristeza y añoranza. Esto no cambia que sea relevante pedir ayuda para sobrellevar esta nueva circunstancia, refugiarse en nuestros seres queridos o incluso solicitar ayuda psicológica si fuese necesario.
- Tener paciencia, adaptarse a la lengua y a las costumbres nuevas pueden suponer más tiempo del que esperamos, por eso es importante fijar metas pequeñas para conseguir pequeños logros.
En conclusión, experimentar estos síntomas no quiere decir haber tomado la decisión errónea ni tampoco son sinónimos de debilidad o fracaso. Si bien existe un pequeño porcentaje de personas que buscan ayuda psicológica para superarlo, en la mayoría de los casos los síntomas van desapareciendo poco a poco y son vistos como parte del proceso de adaptación.
“Nuestro destino nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas”.
Henry Miller (26-12-1891, Nueva York – 07-07-1980, Los Ángeles, California). Novelista estadounidense.
Natalia Correa Flores, psicóloga en Aesthesis – Psicólogos Madrid
Referencias:
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