La disfunción eréctil, también conocida como impotencia sexual, es una de las mayores preocupaciones de los varones en referencia al campo de la salud sexual. Asimismo, en la actualidad se ha producido un notable incremento de consultas médicas y psicológicas relacionadas con esta problemática.
La sexualidad humana consiste en una dimensión relevante de la personalidad y la vivencia de los individuos que surge como resultado de la interacción de factores de distinta naturaleza: orgánicos, psicológicos, ambientales, sociales, etc. Como consecuencia, se resalta la necesidad de abordar este tema desde una perspectiva holística y un enfoque multidisciplinario.
De esta forma, la sexualidad constituye una función biopsicosocial cuya eficacia dependerá de la coordinación de diversos componentes. Asimismo, dicha función se estructura en un proceso complejo en el que se diferencian distintas fases: deseo sexual, excitación y orgasmo. Podemos hablar de disfunción sexual cuando alguna o varias de estas fases se encuentran alteradas. De esta forma, es posible diferenciar distintas agrupaciones de problemas asociados a la sexualidad:
- Trastornos del deseo sexual.
- Trastornos de la excitación sexual.
- Trastornos del orgasmo.
- Trastornos sexuales por dolor.
A esta clasificación más genérica es necesario añadir las problemáticas asociadas a una condición o patología médica que pudiera justificar la presencia de alguno de estos problemas, así como la disfunción sexual inducida por sustancias, entre las que se incluye el consumo de determinados fármacos. Además, estas problemáticas pueden aparecer en el inicio de la vida sexual o en fases más avanzadas.
Por otro lado, debido a la implicación de esta variedad de factores y a la gran diversidad de conductas sexuales, surge una gran dificultad para establecer una diferencia entre la normalidad y la patología.
A pesar de la larga lista de investigaciones al respecto, no se conoce una prevalencia exacta de las disfunciones sexuales debido a las numerosas variaciones encontradas en los distintos estudios. No obstante, los datos obtenidos hasta el momento indican la presencia de un alto porcentaje de hombres y mujeres que padecen alguna de estas patologías en algún momento de su vida.
Dentro de las disfunciones sexuales masculinas, las más frecuentes son la eyaculación precoz, la disfunción eréctil y la falta de deseo sexual. Estas problemáticas, que afectan a las distintas fases de la respuesta sexual humana, impiden el disfrute y la completa resolución de la actividad sexual, generando graves repercusiones a nivel individual e interpersonal.
Hasta hace muy poco tiempo, las problemáticas sexuales han reflejado un número muy reducido de consultas por diversos motivos sociales y culturales. No obstante, a partir de la aparición de diversas campañas y nuevas formas de intervención, se ha producido una normalización de este tipo de problemas, contribuyendo a una interpretación distinta de las mismas y a un incremento de las consultas médicas y psicológicas.
Qué es la Disfunción Eréctil
La disfunción eréctil consiste en la dificultad para lograr y mantener una erección apropiada hasta finalizar la actividad sexual. No obstante, dicha dificultad no implica necesariamente la presencia de problemas en la eyaculación o la excitación.
Esta problemática puede surgir en diferentes momentos temporales. Según el momento de la aparición, se puede clasificar en dos tipologías distintas:
- Primaria: aparece al inicio de la vida sexual (adolescencia) y puede ser resultado de anomalías vasculares u otros problemas orgánicos.
- Secundaria: surge con posterioridad a un periodo de función eréctil y actividad sexual normal. Suele estar más relacionada con causas de carácter psicológico.
La disfunción eréctil se ha convertido en el motivo de consulta más frecuente dentro de las disfunciones sexuales. No obstante, se ha observado que la prevalencia de la misma es inferior a los problemas asociados a la ausencia de control sobre la eyaculación. En esta misma línea, se estima que la prevalencia de varones con disfunción eréctil oscila entre el 8 y el 52% de los hombres entre 40 y 70 años, ascendiendo hasta el 75% en el caso de personas de 80 años. Asimismo, en diversos estudios se ha encontrado que el 8,6% de los varones entre 25 y 39 años presenta algún grado de disfunción eréctil.
Causas de la Disfunción Eréctil
Por lo que respecta a la etiología o a la causas de este tipo de problemas, se destacan aquellas de naturaleza orgánica o psicológica. Asimismo, en numerosas ocasiones aparecen factores de ambas tipologías, dificultando la identificación del motivo principal e impidiendo el establecimiento de un único factor causante.
Los principales factores responsables de la génesis de la disfunción eréctil son los siguientes:
- Orgánicos: problemas vasculares, alteraciones hormonales, lesiones neurológicas, alteraciones anatómicas, causas endocrinas, etc.
- Psicológicos: ansiedad, preocupación por el rendimiento sexual, experiencias sexuales negativas, temor al fracaso en la relación, educación sexual inadecuada, fobias sexuales específicas, situaciones de estrés, etc.
Las experiencias sexuales negativas y la ansiedad asociadas al acto sexual pueden producir una pérdida de autoestima y un incremento del nivel de ansiedad que repercutirán en un peor desempeño en las futuras prácticas sexuales. De esta forma, se produce un bucle capaz de explicar el mantenimiento de este tipo de problemas.
Por otro lado, tanto la disfunción eréctil como la eyaculación precoz se han asociado con las respuestas de estrés y con los conocidos trastornos psicosomáticos. La presencia de eventos vitales estresantes genera consecuencias nocivas para el organismo. De esta forma, este tipo de eventos pueden alterar el equilibrio intrapsíquico del individuo, dando lugar a patrones de conducta y nuevos hábitos que buscarán la readaptación en el ambiente.
Algunos autores han definido la existencia de un proceso complejo que explicaría el origen y mantenimiento de la disfunción eréctil: la presencia de alguna experiencia negativa y la demanda por parte de la pareja generaría una predisposición negativa acompañada de una percepción de falta de control sobre su propia respuesta sexual así como sobre los resultados. Esta situación fomentaría un desplazamiento de la atención de los estímulos eróticos (necesarios para la adecuada excitación y erección) hacia las consecuencias negativas (imposibilidad de mantener la erección y llevar a cabo una relación coital), lo que generaría un incremento del nivel de ansiedad que provocaría la pérdida de la erección y, en última instancia, la tendencia a evitar las relaciones sexuales.
Consecuencias de la Disfunción Eréctil
A través de los diversos estudios se ha observado una larga lista de consecuencias tanto individuales como interpersonales:
- Reducción del nivel de autoestima y autoconfianza.
- Alteración en el sentido de identidad masculina.
- Disminución de la calidad de vida.
- Conflictos interpersonales con la pareja.
- Deterioro de la relación.
- Sentimientos de vergüenza, humillación y culpa.
- Inestabilidad emocional: ansiedad, estrés, bajo estado de ánimo, etc.
- Descenso del interés por la actividad sexual.
- Alteración en las interacciones sociales.
- Descenso de la productividad en diferentes actividades (incluidas las tareas laborales).
Todas estas consecuencias, junto con las experiencias de fracaso y el temor a un nuevo intento fallido, pueden dar lugar a conductas negadoras y evitativas que impiden el afrontamiento adecuado del problema y la búsqueda de una solución.
Tratamiento de la Disfunción Eréctil
En primer lugar, en muchas ocasiones se ha destacado que, independientemente de la causa de la disfunción eréctil (orgánica o psicológica), la intervención psicológica es un pilar fundamental debido a las diversas repercusiones emocionales generadas sobre la persona implicada y su entorno.
Numerosos planteamientos han puesto de manifiesto la necesidad de eliminar la ansiedad que suele encontrarse en la base de este tipo de problemas como el objetivo fundamental de la intervención. Dicha ansiedad podría manifestarse a través del miedo o el temor al fracaso en las futuras prácticas sexuales.
En este punto de la intervención, surge una controversia en torno al objetivo primordial. Muchas de las intervenciones se dirigen a la reducción del estado de activación o la anticipación sin prestar atención a los factores predisponentes o de vulnerabilidad que han contribuido en la génesis del problema. Sin embargo, otras intervenciones tratan de dar un paso más allá, considerando esta ansiedad o temor como un reflejo de una dinámica intrapsíquica elaborada a partir de vivencias adversas transcurridas a lo largo del desarrollo del individuo. Esta última intervención, buscará llevar a cabo un trabajo más exhaustivo que permitirá remontarse al origen primario de la problemática, así como a la elaboración de experiencias adversas que no han sido adecuadamente elaboradas y que han podido manifestarse a través de la ansiedad o temor que se encuentra en la base de un trastorno sexual.
Por otro lado, un objetivo fundamental en el tratamiento es el abordaje destinado a la mejora de la comunicación, la convivencia y la sexualidad en pareja. Por lo que respecta a las prácticas sexuales, se ha elaborado un protocolo compuesto por diferentes fases: focalización sensorial, control voluntario de la erección, orgasmo extra-vaginal mutuo, penetración sin orgasmo intra-vaginal y coito normalizado con orgasmo intra-vaginal. Este protocolo trata de reducir la respuesta de ansiedad desmesurada a través de aproximaciones sucesivas a las distintas prácticas sexuales.
Como conclusión, es necesario destacar la idoneidad de llevar a cabo una intervención exhaustiva que cubra distintas dimensiones de la persona afectada. Esta situación podría deberse al amplio abanico de consecuencias derivadas de la disfunción eréctil.
Rafael Fenoy Castaño, Psicólogo en Aesthesis Psicólogos Madrid
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