Desde hace algunos años se han tratado de explorar los efectos de la exposición a situaciones violentas pero, ¿qué consecuencias pueden producir las discusiones y conflictos maritales sobre los infantes?
Los cambios socioculturales acaecidos en los últimos años han facilitado un mayor contacto con la posibilidad de la separación marital. Sin embargo, se trata de un proceso complejo que requiere de una serie de fases y que, en ocasiones, nunca llega a culminarse. Algunos progenitores prefieren no formalizar una separación debido a varios factores como circunstancias de carácter económico o la expansión de las posibles consecuencias de la misma sobre los hijos. Sin embargo, un clima hostil con una alta frecuencia de conflictos y discusiones puede generar efectos más adversos en la salud emocional de los descendientes.
Los conflictos acontecidos entre los progenitores pueden ser definidos como la existencia de una oposición mutua que es manifestada a través de la expresión de discrepancias entre ambos. Desde la perspectiva del modelado, las dinámicas hostiles en la resolución de estos conflictos interpersonales favorecerán la integración, por parte de los hijos, de modelos inadecuados en la resolución de este tipo de experiencias.
Por ello, se han realizado investigaciones que han tratado de dar una mayor claridad a este aspecto. Asimismo, dentro de la psicología, el estudio de la influencia de los distintos contextos de desarrollo sobre el progreso cognitivo, emocional y social se ha convertido en un tema nuclear. Además, el sistema familiar, referido a las dinámicas relacionales con las figuras más significativas, se convierte en el grupo de mayor referencia en este proceso, incidiendo en la construcción de una base para la socialización.
En esta misma línea, autores como Berger y Thompson afirman que las interacciones o dinámicas relacionales acontecidas en el clima familiar, inmersas en las tareas de crianza, influirán en la configuración de los patrones conductuales de los descendientes. Del mismo modo, los resultados de las investigaciones de Kolko y colaboradores en 1990 muestran como las disfunciones maritales, el estrés asociado o la no aceptación del infante de esta situación generan problemas de socialización del mismo.
Como consecuencia, son numerosos los estudios que han apoyado la correlación entre los conflictos maritales y las conductas disruptivas de los descendientes. Asimismo, dichas investigaciones han podido determinar que las variables más representativas son la frecuencia e intensidad de los conflictos, el estilo de disputa y la resolución de la misma o la presencia de terceros que tratan de aminorar el problema.
Consecuencias de la exposición a conflictos
Diversas investigaciones han puesto de manifiesto la presencia de conductas de exploración e interacción por parte de los infantes cuando se ha creado una base segura. No obstante, la presencia de conflictos parentales puede influir en una pérdida de confianza y en el establecimiento de un ritmo irregular en los avances del niño. Del mismo modo, uno de los estudios recogidos en la revista “Child Development” concluía afirmando que conductas destructivas por parte de los progenitores como agresiones verbales, conflictos físicos o retraimiento pueden generar un desajuste de carácter emocional en los infantes, así como respuestas de ansiedad, depresión o comportamientos disruptivos.
En esta misma línea, otras consecuencias observadas en los hijos tras la exposición a conflictos maritales son: alteraciones en el estado anímico, sentimientos de inseguridad, impotencia o aislamiento, irritabilidad y agresividad, afectación en la autoestima y el sentimiento de valía personal, confusión, descenso del rendimiento escolar, etc. Asimismo, es preciso destacar que, ante este tipo de conflictos, es frecuente encontrar un sentimiento de culpabilidad por parte de los hijos, una respuesta emocional generada a partir de la necesidad intrapsíquica de percibir un cierto control de una experiencia ansiógena.
Como consecuencia, la exposición a este tipo de conflictos ha sido considerada como uno de los principales factores de riesgo para el desarrollo de problemas de conducta. Una investigación realizada por Justicia y Cantón (2011) puso de manifiesto una mayor sensibilización de los hijos ante una alta frecuencia de conflictos parentales, lo que puede generar, en última instancia, dificultades en la adaptación.
Dentro de este campo de trabajo, Muñoz-Rivas y Graña (2001) llevaron a cabo una investigación con el objetivo de analizar la relación entre ciertos factores familiares y el consumo de sustancias estupefacientes. Los resultados indicaron un mayor riesgo para el inicio de este consumo en los adolescentes con una historia de conflictos frecuentes entre los progenitores.
Asimismo, otras investigaciones se han centrado en la transmisión intergeneracional de las modalidades de resolución de conflictos. De esta forma, las estrategias de resolución empleadas por los progenitores (ruptura, rechazo en el diálogo, uso de la violencia física o verbal…) han sido asociadas con la competencia social de los descendientes, la calidad de sus relaciones y su ajuste escolar. Del mismo modo, se ha observado una influencia en las modalidades de vinculación e interacción.
Influencia en la modalidad de vinculación
Desde hace algunos años, diversos autores han señalado la relevancia de los cuidadores principales u otros significativos en la constitución del psiquismo. Esta teoría se ha relacionado con diversos conceptos como el “conocimiento relacional implícito” o el “saber relacional actuado”, que hace alusión a las experiencias vinculares que quedan inscritas de forma procedimental implícita o actuada; es decir, dicho conocimiento no puede ser recuperado por la persona de una forma consciente, sino a través de patrones de interacción en el seno de las relaciones interpersonales.
Estos contenidos quedan recogidos dentro de lo que la Neurociencia ha denominado memoria procedimental, es decir, esquemas de acción-emoción, formas automáticas de responder a determinadas situaciones o estímulos, de establecer vínculos e interactuar con los otros, etc.
Estos contenidos pueden quedar inscritos en el psiquismo a través de la vivencia de determinadas situaciones interpersonales o por la identificación con figuras significativas, donde pueden llegar a transmitirse niveles de activación fisiológica, intensidad de las respuestas emocionales, formas automatizadas de reaccionar a estímulos concretos, códigos interpretativos de experiencias internas o externas y, especialmente, las modalidades de vinculación y relación. Como consecuencia, se resalta la gran influencia que puede ocasionar la presencia de discusiones parentales en la construcción de la dinámica intrapsíquica y la ulterior dinámica relacional de los infantes; una influencia que, además de quedar al margen de la conciencia, favorece la construcción de modalidades de vinculación deficitarias.
Finalmente, podrá conocer más detalles de esta problemática y sus repercusiones a través de la entrevista realizada por Cadena Ser a Alejandro Muñoz Recarte, director de Centro Aesthesis, en el siguiente enlace: http://cadenaser.com/programa/2017/11/17/hora_14_fin_de_semana/1510914511_964110.html
Rafael Fenoy Castaño, psicólogo en Aesthesis Psicólogos Madrid
Referencias
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