La influencia de las condiciones climatológicas sobre el estado de ánimo es una idea que ha perdurado a lo largo del tiempo pero, ¿se produce esta influencia? ¿Qué efectos puede ocasionar sobre las personas?
Desde hace décadas ha existido una sospecha sobre la influencia del tiempo atmosférico en el estado anímico de las personas, motivo por el que se habla de “buen tiempo” y “mal tiempo”. Los resultados de diversas investigaciones parecen confirmar esta suposición. Asimismo, dicha influencia no se produciría únicamente sobre el estado de ánimo, sino también sobre el comportamiento de los individuos.
A través de estas investigaciones se comprobó que los factores climáticos más vinculados a cambios emocionales y conductuales son la temperatura, la luz solar, el viento y las precipitaciones. Dichos factores pueden propiciar un apatía, cansancio, problemas de ansiedad, etc.
Estos resultados sostienen que los cambios súbitos de humedad y temperatura podrían provocar perturbaciones en el sistema nervioso, generando una mayor vulnerabilidad a los signos depresivos. Además, los problemas de salud general y la presencia de patologías reducen la capacidad adaptativa del organismo, multiplicando el riesgo de sufrir distintas problemáticas de naturaleza biológica (accidentes cardiovasculares, asma, cefaleas, dolores musculares o articulatorios…) y emocional (depresión, irritabilidad, ansiedad…).
Mal tiempo y depresión
Los cambios atmosféricos siempre han estado asociados a variaciones emocionales y comportamentales. En concreto, el frío y la lluvia se han relacionado con un bajo estado de ánimo. Esta asociación está tan extendida que en los últimos años se ha popularizado el conocido “Trastorno Afectivo Estacional”.
En esta misma línea, se ha considerado que estas personas pueden haber desarrollado una vulnerabilidad desmesurada a la ausencia de luz. La mejoría experimentada a través de la exposición a la luz solar puede estar mediada por el incremento de lo niveles de serotonina. Se trata de uno de los componentes químicos esenciales del cerebro, cuyos cambios de nivel ejercen una notable influencia sobre la función cerebral y la percepción del medio externo. Asimismo, la ausencia de luz contribuye al incremento de elaboración de melatonina, una sustancia implicada en la producción de sueño, lo que explicaría una mayor somnolencia y cansancio durante las estaciones de otoño e invierno. De este modo, el descenso de los niveles de vitamina D por la escasez de luz podría condicionar el estado anímico durante estas estaciones.
Estos datos parecen apoyar la hipótesis de la influencia climática sobre el estado anímico. Además, debemos tener en consideración la limitación generada por el “mal tiempo”, lo que implica la imposibilidad de ejecutar determinadas actividades lúdicas (hacer deporte en la calle, pasear, etc.); dicha privación podría implicar, como consecuencia indirecta, un descenso del estado de ánimo.
Otra posible explicación de este fenómeno hace alusión a la implicación de los distintos sistemas de memoria (procedimental y episódica); este planteamiento considera el cambio emocional ante una variación atmosférica, como una respuesta emocional desmesurada vinculada con alguna vivencia personal no elaborada. De esta forma, el problema no se correspondería con el cambio atmosférico en sí mismo, sino con la activación de vivencias pasadas asociadas a las condiciones climáticas, capaces de desencadenar respuestas desproporcionadas (ansiedad, bajo estado de ánimo…).
Trastorno Afectivo Estacional (TAE)
Se trata de un trastorno del estado de ánimo que incluye la presencia de ciertos síntomas propios de la depresión. Normalmente aparece con la llegada de las estaciones frías, teniendo lugar la aparición de síntomas en otoño, capaces de perdurar hasta la primavera. Debido a ello, esta patología es conocida también con el nombre de depresión estacional, depresión invernal o, incluso, tristeza en tiempo de invierno.
Según esta concepción, no significa que una persona, al percibir puntualmente modificaciones en su estado anímico, característico en estaciones de otoño e invierno, sufra este trastorno. Sin embargo, existen algunos casos de personas que presentan una mayor vulnerabilidad a desarrollar esta patología como, por ejemplo, aquellas personas que manifiestan un patrón depresivo recurrente.
Los síntomas más comunes propios de este trastorno son los siguientes:
- Falta de energía.
- Desesperanza.
- Sentimientos de tristeza.
- Pérdida de interés en actividades que antes producían placer.
- Problemas de sueño.
- Dificultades para pensar, concentrarse o memorizar.
- Cambios en el apetito y peso.
- Inactividad.
- Pensamientos de muerte o suicidio.
Pese a que este trastorno ocurre con mayor frecuencia durante los meses de otoño e invierno, es importante mencionar que, de manera contraria, también puede tener lugar durante la primavera y verano, apareciendo los síntomas con la llegada del calor y las altas temperaturas.
No obstante, es preciso destacar que algunos autores consideran exagerada la concepción de “depresión de invierno” debido a que son pocas las personas que se ven afectadas por el “mal tiempo”. De esta forma, se podría estar dando una valor desproporcionado a la influencia del tiempo sobre el estado anímico.
Mal tiempo y ansiedad
Como se ha mencionado anteriormente, el frío y la lluvia pueden provocar síntomas depresivos. Sin embargo, para algunas personas, la alteración en el estado anímico está más relacionada con signos de ansiedad.
La falta de luz y las bajas temperaturas propias de las estaciones otoñales e invernales, aumentan la sensación de peligro, esto ocurre debido a no poder ver con tanta claridad lo que sucede a nuestro alrededor, incrementándose, en algunas personas, los niveles de ansiedad. Asimismo, no poder llevar a cabo planes que se desean hacer, por ejemplo, salir al campo o jugar un partido de fútbol al aire libre, es otra de las razones influyentes en la aparición de dicho malestar.
Se han encontrado investigaciones que confirman la existencia de un mayor número de personas que sufren ansiedad y depresión en los países con una gran ausencia de luz y “mal tiempo”.
A pesar de los numerosos estudios y publicaciones sobre esta temática, la complejidad de la influencia del tiempo atmosférico ha contribuido a una carencia teórica que permita unificar e interpretar los resultados obtenidos. No obstante, siguen siendo múltiples las hipótesis que tratan de dar claridad a esta discusión.
¿Tú qué opinas? ¿Piensas que te afecta el “mal tiempo”?
Natalia Correa Flores
Rafael Fenoy Castaño
Referencias
Mayoclinic.org. (2014). Seasonal affective disorder (SAD) – Mayo Clinic. Revisado el 22 de noviembre de 2016 del sitio web: http://www.mayoclinic.org/diseases-conditions/seasonal-affective-disorder/basics/definition/con-20021047
Mayoclinic.org. (2014). Seasonal affective disorder (SAD) Symptoms – Mayo Clinic. Revisado el 22 de noviembre de 2016 del sitio web: http://www.mayoclinic.org/diseases-conditions/seasonal-affective-disorder/basics/symptoms/con-20021047
Mayoclinic.org. (2014). Seasonal affective disorder (SAD) Causes – Mayo Clinic. Revisado el 22 de noviembre de 2016 del sitio web:http://www.mayoclinic.org/diseases-conditions/seasonal-affective-disorder/basics/causes/con-20021047
Rodríguez, E. M. ¿Afecta el clima al estado de ánimo? – La Mente Es Maravillosa. Revisado el 22 de noviembre de 2016 del sitio web: https://lamenteesmaravillosa.com/afecta-clima-al-estado-animo/
Vázquez, A. (2011). Experiencia Subjetiva del Tiempo y su Influencia en el Comportamiento: Revisión y Modelos. Psicologia: Teoria e Pesquisa, Vol. 27 (2), pp. 215-223. Recuperado el 22 de noviembre de 2016 del sitio web: http://www.scielo.br/pdf/ptp/v27n2/a11v27n2.pdf
Vélez, L. (2014). La influencia del clima en la ansiedad: personas meteorosensibles. Revisado el 22 de noviembre de 2016 del sitio web: http://www.diariofemenino.com/articulos/psicologia/ansiedad/la-influencia-del-clima-en-la-ansiedad-personas-meteorosensibles/