TDAH: Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad
Qué es TDAH, Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, el TDAH, es un trastorno psicológico y del comportamiento, caracterizado por falta de atención, hiperactividad y/o impulsividad. Si bien se asocia a un trastorno propio de la infancia, también existe un elevado número de personas que presentan TDAH en la adolescencia, en la juventud o en la edad adulta.
Síntomas del TDAH
Los principales síntomas asociados al TDAH son:
- Falta de atención: incapacidad para mantener la atención en una tarea durante un largo periodo de tiempo, en el caso de los niños, incluso cuando la actividad es de tipo lúdica, realizando juegos. También son frecuentes otros síntomas como: incomodidad y/o evitación de tareas que requieren un esfuerzo mental mantenido, falta de atención a los detalles, pérdida de objetos necesarios para el desempeño de actividades cotidianas, distracción frecuente ante estímulos externos, dificultades para organizar, planificar y/o terminar una tarea empezada, así como para seguir instrucciones.
- Hiperactividad: se caracteriza por realizar continuos movimientos con diferentes partes del cuerpo sin necesidad, de forma desmesurada; incapacidad para mantenerse sentado durante un periodo medio de tiempo, así como para estar tranquilo mientras realiza cualquier actividad; cambiar de actividad aunque no se haya terminado, hablar excesivamente, hacer ruidos continuamente… En términos generales, excesiva actividad.
- Impulsividad: proceder sin reflexión ni cautela, dejándose llevar por la impresión del momento. Comportamientos como responder antes de que se haya terminado de preguntar, interrupciones frecuentes a otras personas, dificultad para esperar el turno, dificultad para estar en silencio.
TDAH: Tratamiento del TDAH
En primer lugar realizaremos una entrevista detallada con el fin de conocer el origen del TDAH, del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad. Cada caso es diferente en cuanto a origen, sintomatología y consecuencias en la vida cotidiana, por eso es importante escuchar la versión del paciente, la forma de relatar su propia historia y las emociones que expresa.
Una vez dispongamos de la información necesaria para contextualizar el caso, el terapeuta, junto con el paciente y la familia en su caso (dependerá de la edad del paciente), irán analizando los factores desencadenantes de la sintomatología presente. Posteriormente, será necesario realizar un análisis descriptivo de las causas que originan los síntomas del TDAH.
Paciente y terapeuta irán explorando así el tipo de vinculación y de relación que el paciente mantiene con su entorno familiar, social, escolar, profesional, etc., con el fin de comprender en profundidad las dinámicas relacionales que puedan influir en la evolución de los síntomas. Será necesario, además, prestar especial atención al aspecto neuroconductual del TDAH, relacionando las bases neurobiológicas del trastorno con los factores comportamentales.
El TDAH puede ser entendido como un trastorno derivado, principalmente, de factores biológicos que pueden ser potenciados o debilitados por factores ambientales, de orden familiar, escolar o social. Sin embargo, será de gran importancia efectuar un cuidadoso diagnóstico diferencial a fin de distinguir el TDAH de un problema de inatención o impulsividad infantil, provocado por dinámicas familiares o sociales deficientes. En esta línea, también es sumamente importante descartar otras posibles afecciones, como por ejemplo enfermedades médicas, trastornos de conducta o problemas de aprendizaje.
Una vez realizado el diagnóstico diferencial, se valorará el tipo de tratamiento para el TDAH más adecuado, en función de la etiología del caso, pudiendo contemplar las siguientes opciones no excluyentes:
- Derivación a otros profesionales sanitarios.
- Tratamiento farmacológico, prescrito por un médico o psiquiatra.
- Intervención a nivel familiar, para transformar dinámicas relacionales insuficientes en otras más adecuadas, que den el soporte emocional necesario al hijo. A modo de ejemplo: aumentar la pauta de encuentros familiares provistos de conexión emocional (celebraciones, comidas familiares, encuentros amistosos…) y tratar de reducir y mejorar los encuentros con baja conexión emocional (comidas frente al televisor en las que apenas se interactúa…).
- Psicoterapia individual infantil o adulta, que permitirá explorar los posibles orígenes psicológicos de la inatención, la hiperactividad o la impulsividad. Estas dificultades del comportamiento pueden estar vinculadas a experiencias emocionales que no han sido asimiladas y gestionadas por la persona, sino que han sido disociadas. Por ello, es necesario trabajar en terapia las emociones conflictivas, a fin de que puedan volver a integrarse, dando lugar a la desaparición de los síntomas.
- Aprendizaje de habilidades emocionales y de relajación.
- Uso de técnicas psicopedagógicas y psicoeducativas para potenciar las capacidades del niño y disminuir las dificultades, de cara al aprendizaje y las relaciones sociales.
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