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La Violencia Sexual

por | 18 May 2016 | Sexología

Desafortunadamente, la violencia sexual es un tema bastante candente en nuestros días en alguna de sus formas, pero, ¿sabemos a qué comportamientos hace referencia realmente este término?, ¿qué consecuencias tienen estos actos para la persona que los sufre?, ¿qué podemos hacer si somos conocedores de algún caso de este tipo de violencia?

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¿Qué es la Violencia Sexual?

La violencia sexual se refiere a la imposición y coacción que lleva a cabo una o varias personas hacia otro u otros individuos con el fin de que este último ejerza una determinada conducta sexual en contra de su voluntad.

Se trata de un acto agresivo que se puede manifestar mediante el uso de la fuerza física, psíquica o moral (chantaje, intimidación, engaño, amenazas,…) dejando a la persona que recibe esta agresión en condiciones de inferioridad y, por tanto, no pudiendo evitar la conducta sexual indeseada.

Cuando hablamos de violencia sexual, esta incluye:

  • Acoso sexual (comentarios o insinuaciones sexuales no deseados, palabras obscenas, exigencia de mantener relaciones sexuales a cambio de favores).
  • Exhibicionismo.
  • Tocamientos y caricias no deseadas.
  • Abuso sexual (normalmente a personas que son especialmente vulnerables, por ejemplo, los niños) y violación (agresión sexual).
  • Uso de drogas para minimizar la voluntad de la víctima.
  • Comercialización o utilización de la sexualidad de una persona (prostitución forzada) y tráfico de personas con fines de explotación sexual.
  • Pedofilia y pederastia.
  • Matrimonio forzado.
  • Mutilación genital (más frecuente en mujeres).
  • Inspecciones obligatorias para comprobar la virginidad (lo que coloquialmente se conoce como “prueba del pañuelo”).
  • Aborto forzado.
  • No permitir el uso de anticonceptivos.

Suele afectar más a las mujeres que a los hombres, aunque los niños de ambos sexos también son víctimas frecuentes y, por lo general, los agresores son hombres.

Esta clase de violencia se puede dar en contextos muy variados, aunque es frecuente que el sitio donde sucede sea conocido y, en la mayor parte de los casos, los agresores son personas conocidas o cercanas, incluso dentro del entorno familiar. Puede ocurrir en el propio hogar, por ejemplo en los casos en los que hay violencia doméstica, ya sea maltrato infantil o hacia la pareja. En estas situaciones, especialmente cuando hay violencia de género, no es extraño que tengan lugar abusos y agresiones sexuales. Otros de los posibles escenarios son la escuela, el trabajo, vehículos, espacios en los que se disfruta de actividades de tiempo libre (por ejemplo, un club deportivo), etcétera. También puede darse en la calle, aunque no es lo más habitual por la exposición y el riesgo que corre el agresor.

La violencia sexual es especialmente frecuente en situaciones de conflictos armados y campos de refugiados.

¿Cuáles son las consecuencias que deja la Violencia Sexual?

Las consecuencias de la violencia sexual son diversas y dependen en gran parte de cómo se produjo y de los mecanismos de afrontamiento de las víctimas.

En primer lugar, hay que hablar de las posibles secuelas físicas que puede sufrir la persona agredida, éstas pueden ser hematomas, heridas, infecciones o enfermedades de transmisión sexual (ITS o ETS), embarazos, disfunciones sexuales…

Otras reacciones de naturaleza psicológica que pueden experimentar las víctimas tras una agresión son: 

  • Ansiedad y angustia (llegando a tener ataques de pánico)
  • Baja autoestima
  • Confusión
  • Sentimientos de culpa y vergüenza
  • Desconfianza

  • Depresión

  • Distorsiones en la percepción del cuerpo (alteración de la representación del cuerpo que cada persona construye en su mente y la vivencia que tiene del propio cuerpo.

  • Disfunciones sexuales
  • Problemas de pareja
  • Aislamiento social y problemas de comunicación con personas cercanas.
  • Somatizaciones: la ansiedad y la angustia pueden generar problemas físicos como dolores de cabeza, de estómago, dermatitis, caída del cabello,…
  • Trastornos de alimentación: debido a una distorsión de la percepción de su cuerpo, pueden aparecer trastornos como la anorexia y la bulimia
  • Desarrollo de fobias y miedos, normalmente asociados a la situación en la que se produjo el trauma (miedo a salir sola a la calle, a quedarse en casa sola, a ir a trabajar o a ir la escuela…)
  • Trastornos de sueño
  • Estrés Postraumático: Suelen revivir la situación: tienen pesadillas que generan mucho malestar, rememoran la agresión en situaciones cotidianas, pues algo les hace recordar lo ocurrido… Además,  están constantemente en estado de alerta, por lo que no pueden atender correctamente otras tareas cotidianas, por ejemplo, las propias de su trabajo habitual (con lo que ello conlleva). También evitan lugares que tienen asociados al momento traumático.
  • Desarrollo de comportamientos compulsivos, por ejemplo, los relacionados con la limpieza corporal (lavarse mucho las manos, ducharse muchas veces…).
  • Cambios en el estado de ánimo, normalmente las personas están más irritables.
  • Modificaciones graves de la personalidad: pudiendo llegar a desarrollar lo que comúnmente llamamos “Doble personalidad” (Disociación).
  • Comportamientos adictivos: a drogas, al tabaco o alcohol, al juego…
  • Ideas de suicidio o conductas autolíticas (daño autoinfligido).

A todo ello hay que añadir el sufrimiento de tener que contar repetidas veces lo ocurrido (a la policía,  al abogado, al médico, en el juicio…). En ocasiones, además, no se puede probar la agresión, lo que hace aflorar en la víctima, aún más, sentimientos de frustración, de indefensión, de fracaso, de ira

En niños pueden desarrollarse lo que se denominan “conductas hipersexualizadas”, esto es, manifestar conductas sexuales no habituales para la edad del niño como forma de relacionarse con los adultos. No obstante, en caso de detectar este síntoma, no se debe presuponer que haya sido abusado, a veces los niños se tocan como forma de exploración o imitación de comportamientos.

 

¿Qué hacer ante un caso de Violencia Sexual?

Lo primero, siempre, denunciarlo a la policía.

Es importante que tras las agresiones sexuales se lleve a cabo un examen médico completo lo antes posible. Este examen permitirá valorar cuál es el estado físico de la persona agredida, determinar el alcance de las lesiones, y proporcionar pruebas contundentes contra el agresor. Además, se detectan posibles contagios de ITS-ETS y se toman medidas inmediatas para minimizar los riesgos. También se detectan posibles embarazos en el caso de que las víctima sean mujeres.

Es frecuente que las víctimas quieran ducharse, pues se sienten “sucios” tras la agresión, sin embargo, a pesar del dolor que ello supone, hay que evitarlo. También es importante proporcionar intacta la ropa que llevaba la víctima en el momento de la agresión, puede contener pruebas determinantes.

Todo este proceso puede facilitar recoger muestras biológicas del agresor, muestras de ADN que puedan hallarse en pelo y piel del agresor que pueda encontrarse en los genitales de la víctima, en las uñas, en la ropa… Es importante que dichas muestras se recojan en las primeras 24 horas.

Este examen puede ser muy desagradable para la víctima y hacer que reviva de nuevo la situación, por eso es necesario que se se sienta apoyada, por parte de sus allegados y de los profesionales que intervienen en dicho proceso.

En caso de que conozcamos a alguien que ha sufrido violencia sexual, es importante que hagamos sentir a la persona segura. Las personas que han sufrido esta clase de violencia, suelen sentir mucha vergüenza y culpa, por lo que debemos tratar de ser comprensivos, sensibles y nunca hacerles sentir juzgados. Deben sentir que estamos a su lado para ayudarles.

También es recomendable la intervención de un psiquiatra y psicólogo, dado que la situación es especialmente traumática y las consecuencias a nivel psicológico son muchas y variadas. Es aconsejable que la persona agredida acuda a sesiones de psicoterapia cuanto antes, pues una atención temprana contribuye a que el paciente tenga un mejor pronóstico. El tratamiento ayuda a reducir los efectos de la violencia sexual y a comprender este hecho traumático, evitando que las secuelas se cronifiquen y tengan mayor gravedad. En los casos más graves se puede administrar también tratamiento farmacológico para controlar los síntomas. No obstante, suelen necesitarse años para superar completamente el trauma.

Por último, si se detectan indicios de abuso sexual infantil, hay que tratar de no interrogar al niño sobre lo que creemos que ha podido suceder. Esto es algo que tendemos a hacer por el impacto que genera en los adultos esta clase de situaciones, pero hacerlo supone un riesgo muy grande para el niño por dos razones:

  • Si el niño no ha sufrido abuso sexual podemos victimizarle y que sufra las secuelas como si hubiese sufrido abuso sexual.
  • Si lo ha sufrido podemos hacerle sentir mal, por ejemplo, albergar sentimientos de culpabilidad.

Por ello si detectamos algún signo que nos haga sospechar, debemos acudir a profesionales que están entrenados para valorarlo y tratarlo, ya sea a través de la propia policía, o de terapeutas especialistas. Por nuestra parte, desde Centro Aesthesis contamos con terapeutas especializados en situaciones de violencia sexual, así que puedes contactar con nosotros si crees que necesitas ayuda de algún tipo respecto a cuestiones de esta problemática.

A pesar de que vivir un episodio de violencia sexual sea un hecho absolutamente traumático, que genera consecuencias con un gran impacto negativo tanto a nivel físico como emocional, hay numerosas acciones que podemos llevar a cabo para ayudar a estas víctimas desde su entorno más cercano. Además, con la ayuda de profesionales especializados, las secuelas pueden reducirse notablemente, llegando a conseguir un ajuste total de la víctima en su vida cotidiana tras este suceso.

La educación es la vacuna contra la violencia.”
Edward James Olmos (24-02-1947, Los Ángeles, California). Actor y director estadounidense
Rosa I. Hidalgo-Barquero, Psicóloga en Aesthesis Psicólogos Madrid
Referencias:

Echeburua, E. (2008). “Violencia sexual”, Mente y Cerebro, 28, págs. 68-73. https://www.investigacionyciencia.es/revistas/mente-y-cerebro/sibaritismo-inteligente-359/violencia-sexual-361

Leyton, M. (2016). Las principales formas de violencia sexual. About.com en Español. http://sexo.about.com/od/Categoria-Conoce-Sexualidad/a/Formas-De-Violencia-Sexual.htm

Mujeres para la Salud (2012). Informe: Efectos y consecuencias del abuso sexual infantil. Mujeresparalasalud.org. https://www.mujeresparalasalud.org/informe-efectos-y-consecuencias-del-abuso-sexual-infantil/ 

Muruaga, S. (2012). Efectos de la violencia sexual en las mujeres. Mujeresparalasalud.org. https://www.mujeresparalasalud.org/efectos-de-la-violencia-sexual-en-las-mujeres/ 

Toro, V. (2016). Qué pasa cuando una adolescente sufre violencia sexual. About.com en Español. https://adolescentes.about.com/od/sexo/a/Violencia-Sexual-En-La-Adolescencia-2.htm

Violencia sexual. (2016). Es.wikipedia.org. Recuperado el 18 de Mayo de 2016, del sitio https://es.wikipedia.org/wiki/Violencia_sexual

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