En la sociedad actual, va aumentando el número de niños que están expuestos a demasiados estímulos. Este hecho trae consigo algunas desventajas. ¿Cuáles son?
Hoy en día, gracias a la revolución tecnológica en la que vivimos, los niños nacen, crecen y se desarrollan rodeados de dispositivos tecnológicos de todo tipo. Este hecho puede parecer muy novedoso y estimulante para nuestro hijo, a la vez que atractivo, pues vemos como el niño se tranquiliza y se divierte observando la pantalla, pero hemos de estar alerta porque puede convertirse en una herramienta negativa para su aprendizaje.
La nueva generación de padres parece no soportar ver a sus hijos aburridos. En muchos casos, al niño le basta con insistir un par de veces a los padres para que les deje el móvil y de esta manera el niño permanecerá callado, al menos, el mismo tiempo que dure el vídeo. Además de vídeos infantiles, los niños tienen acceso a información de cualquier tipo. Información que antes se tardaba mucho tiempo en conseguir, ahora está al alcance de todos, “a un sólo click”. Por ejemplo, encontrar rápidamente las especies de dinosaurios que existieron, saber cómo se forman las corrientes marinas o incluso aprender un idioma sin necesidad de salir de casa. Estar sometido a tanta información, puede generar ansiedad y estrés.
Asimismo, dicha sobreestimulación, no sólo va unida al uso y abuso de los aparatos electrónicos, sino también a la cantidad de actividades extracurriculares a las que el niño se ve sometido. Es normal ahora encontrarnos con niños que después de sus horas de clase, por las tardes aprenden idiomas, acuden a clases de teatro, tocan un instrumento y practican un deporte, todo eso, en la misma semana, sin que haya espacio para el descanso.
Además de esto, es frecuente también encontrarnos con algunos niños que, enseñados por sus padres, aprender a realizar actividades que no son propias para la etapa del desarrollo en la que se encuentran, como la lectura, por ejemplo. Orgullosos de que sus hijos puedan lograr estas actividades, algunos padres animan a los niños a que las desarrollen en público, poniéndolas en práctica ante familiares y amigos, lo cual puede generar ansiedad y estrés en el infante.
¿Es perjudicial la sobreestimulación en los niños?
Estudios científicos ponen de manifiesto las consecuencias negativas de la sobreestimulación infantil y juvenil, a continuación se destacan algunas de ellas:
- Deficiencias en la capacidad de aprendizaje de forma permanente. Aprender una tarea cuando aún el cerebro no está preparado para ello, genera problemas de bloqueo emocional o incluso una modificación de la memoria. Esto provoca un peor aprendizaje de nuevos contenidos, no solo en la infancia, sino a lo largo de toda la vida.
- No hay tiempo ni espacio para la creatividad. Estar continuamente realizando actividades supone no disponer de tiempo libre y menos aún, tiempo para el aburrimiento. No tener nada que hacer, es necesario ya que cuando el niño siente aburrimiento, su cuerpo y su mente se ponen en marcha para superarlo. Esto potencia la creatividad y la motivación del infante.
- Bajos niveles de tolerancia a la frustración y altos niveles de exigencia. Cuando una persona está siempre desempeñando actividades, ya sea niño o adulto, sus niveles de tolerancia a la frustración no se desarrollan. Esto quiere decir que cuando tiene que esperar, por ejemplo, guardando un turno en el médico o escuchando a un adulto mientras habla, los niveles de ansiedad aumentan, ya que no ha aprendido a estar parado. La impaciencia genera malestar en el niño así como la exigencia por hacer más cosas.
- Inconformismo. Otra de las desventajas de la sobreestimulación, reside en la ausencia de conformismo que puede volverse habitual en este tipo de niños. Por ejemplo, puede ocurrir que vayas a pasar el día con la familia al parque de atracciones pero que el niño ya esté pensando que plan va a hacer mañana. Cuando esto ocurre, se da una falta de conexión con el momento presente, el aquí y el ahora. Por ello, no es sorprendente que llegue el final de un largo día, después de haber organizado atractivas actividades para tus hijos, y que no se sientan contentos con todo lo que han realizado.
- Problemas de atención. Muy ligados al uso de las tics, cada vez acuden a consulta más niños con problemas de atención. Estar viendo una película, y utilizando un móvil al mismo tiempo hace que el cerebro no pueda atender a los dos estímulos de igual manera, por lo que la atención es dividida, y lo que no parece un problema, puede derivar en problemas de comprensión de frases complejas y de textos abstractos. Ya que para entender estos, hay que hacer un esfuerzo mental más grande.
- Limitación en la toma de decisiones. Acudir a un elevado número de actividades extraescolares por imposición de los padres, hace que el niño no pueda decidir qué actividades son las que más le gusta, lo que puede llevar, además de problemas en la toma de decisiones en ocasiones futuras, a un estado anímico depresivo si el infante está realizado actividades que no son de su agrado. Es conveniente que ellos tomen algunas decisiones.
- Sobrediagnóstico del TDAH. Es cada vez más habitual escuchar que alguna persona de nuestro entorno ha sido diagnosticada de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad. La sociedad en la que estamos inmersos, promueve a diario la exposición a una cantidad elevada de estímulos, fomentando la excitación, la ansiedad o los problemas de atención y en algunos casos, el sobrediagnóstico del mencionado trastorno.
- Falta de tiempo para uno mismo. Al igual que le ocurre a un adulto que viva días interminables sin poder parar, un niño que tenga sus días enteramente ocupados no tendrá tiempo para poder pensar en sus cosas, reflexionar o conocerse a sí mismo. Para poder poner en práctica el diálogo interior, se requiere tiempo y espacio.
¿Qué se puede hacer para evitar la sobreestimulación a los niños?
- Orientar al niño pero no obligarlo. Como padres, familiares, tutores y profesionales expertos, es importante que orientemos al niño si se muestra indeciso sobre qué actividades puede desempeñar. Sin embargo, no resulta conveniente obligar al niño a que realice todas aquellas actividades extracurriculares de manera obligada y sin ningún tipo de motivación. (Salvo casos puntuales en los que necesite ayuda para alguna materia que no entienda bien en clase, como por ejemplo clases particulares).
- Dejarle tiempo libre. Como se ha comentado anteriormente, el aburrimiento es necesario para que el niño encuentre motivación por cambiar esa situación aburrida por otra en la que se entretenga. De este modo, pone en práctica la imaginación, disponiendo de tiempo para pensar. Asimismo, los ratos libres son necesarios para que el niño decida si quiere jugar o si quiere leer, dibujar, etc.
- Restringir el uso de aparatos electrónicos. Juegos, videos, dibujos animados, películas… son muchos los estímulos que pueden atraer la atención de un niño y que hacen que quieran usar con abundante frecuencia este tipo de aparatos. Por esta razón, es importante que los adultos pongan límites en el tiempo que los niños dediquen a utilizarlos y les propongan otras actividades alternativas y saludables como la práctica del ejercicio físico, juegos divertidos o pasar tiempo con sus iguales.
- Dialogar. Para el niño, es fundamental sentir el calor de sus padres y cuidadores así como saber que puede confiar en ellos. En aquellos casos en los que existe una buena comunicación familiar, será más sencillo para el infante contar sus problemas, si los tuviese. Si se encuentra cansado, estresado, ansioso, saturado…o cualquier otro conflicto relacionado que pudiera aparecer.
- No hacer comparaciones con hermanos, ni tampoco humillar. Los insultos y/o las comparaciones entre hermanos, primos o amigos a menudo resultan dañinas para los niños. En un elevado número de ocasiones, ocurre que en las familias en las que hay varios hermanos, uno de ellos es más o menos activo que el resto. No por ello se debe castigar a aquel que sea menos activo.
- Fomentar la convivencia social. Jugar en el parque con sus compañeros, hermanos o primos adquiere relevancia en el buen desarrollo de los niños. Somos seres sociales que, por lo general, disfrutamos estando en compañía de otras personas. Por ello, les resultará agradable y beneficioso pasar tiempo con sus iguales.
- Despertar los sentidos. Una buena manera para prevenir la sobreestimulación es cambiar la idea de que nuestro hijo aprenda mucho y muy pronto, por la idea de despertar sus sentidos: la vista, el olfato, el gusto…descubrir la naturaleza favorece que esto ocurra.
Ahora que se conocen las desventajas de la sobreestimulación, es el momento de poner en práctica con nuestros hijos las recomendaciones anteriores.
Natalia Correa Flores, psicóloga en Aesthesis Psicólogos Madrid
Referencias
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Montesinos, B. (2015). Niños sobreestimulados- Magazine INED21. Revisado el 15 de agosto de 2016 del sitio web: http://ined21.com/ninos-sobreestimulados-ninos-sin-asombro/
Pérez, O. (2012). Educad a los niños y no castigaremos a los hombres: sobreestimulación. Revisado el 15 de agosto de 2016 del sitio web: http://pedagoliver.blogspot.com.es/2012/08/v-behaviorurldefaultvml-o.html