Miedo, indefensión, angustia…son algunas de las emociones que experimentan los niños tras un episodio de pesadillas. ¿Cómo pueden afrontar los padres esta situación?
Muchos padres no saben que hacer al ver a sus hijos sufriendo tras despertar de un mal sueño, ¿debo consolarlo?, ¿debo dejar que él solo se calme?, ¿mejor que duerma en nuestra cama? Son algunas de las cuestiones que plantean en la clínica.
¿Qué son las pesadillas infantiles?
Las pesadillas, en general, son sueños angustiosos que provocan miedo, indefensión y ansiedad. Tienen lugar durante la fase de sueño REM (Rapid Eye Movement), que es en la fase en la que soñamos. En dicha fase, el cerebro está muy activo, pero existe atonía muscular, lo cual hace que no recreemos nuestros sueños debido a que el tronco cerebral ejerce un bloqueo sobre las neuronas encargadas del movimiento (salvo personas que padezcan algún trastorno como por ejemplo parasomnias asociadas al sueño REM).
Las imágenes que visualizamos mientras tienen lugar las pesadillas, suelen ser amenazantes y podemos verlas con claridad, así como recordarlas al despertarnos. Este recuerdo es el causante de que se experimente miedo y ansiedad.
Aunque pueden darse en personas de todas las edades, son más habituales durante la infancia. La mayoría de los niños expresa tener sueños perturbadores seguidos de miedo y de desazón. Normalmente suelen aparecer recuerdos recientes que son abrumadores para la persona que los tiene e incluso temores que solo se reflejan en los sueños.
Con frecuencia ocurren ante periodos de estrés del niño o ante preocupaciones persistentes. Suelen remitir con el paso del tiempo, también pueden darse de manera puntual, alguna vez a lo largo del mes, si han sido vistas escenas de terror en la televisión, han escuchado alguna historia, han presenciado alguna discusión familiar fuerte, han sido testigos de alguna pelea entre compañeros…
En caso de que no aminoren con el paso del tiempo y aparezcan de manera recurrente, aumentando las ocasiones en las que tienen lugar, estos sueños abrumadores pueden guardar relación estrecha con algún trauma que esté viviendo el niño, por lo que sería importante tenerlo en consideración y acudir a profesionales que puedan ayudarlo.
Cómo actuar frente a las pesadillas infantiles
No es posible eliminar de manera total las pesadillas de nuestros hijos, ni tampoco las nuestras si en alguna ocasión las tenemos, pero sí es posible tener en cuenta algunos consejos que ayudaran tanto a la reducción de las mismas como a hacerles frente.
Antes:
Evitar escenas de terror. Una de las principales descripciones de las pesadillas de los niños, hacen alusión a escenas de terror vistas en la tele: películas que estén viendo los padres, anuncios de televisión con imágenes agresivas, tráilers de películas violentas, imágenes de los informativos, incluso en dibujos animados. En algunas ocasiones, se piensa que por el hecho de que aparezcan por un breve periodo de tiempo en la pantalla (por ejemplo, el tráiler de una película) no va a afectar al niño, pero el cerebro procesa todas las imágenes, aunque se visualicen durante poco tiempo. Por ello es importante evitar que sean vistas por los niños, sobre todo antes de la hora de ir a dormir.
Establecer rutinas. Conseguir que los niños se laven los dientes, se pongan el pijama, den las buenas noches, se vayan a dormir y se despierten a la misma hora favorecerá la disminución de sueños perturbadores.
Controlar los factores ambientales. Pasar frío o calor, la falta de ventilación, ruidos excesivos, cantidad abundante de luz en la habitación, una cama y/o almohada incómodas… son elementos que generan una peor conciliación del sueño y, en ocasiones, propician la aparición de sueños perturbadores. Por lo tanto, es conveniente buscar un clima idóneo en el dormitorio.
Generar paz y tranquilidad antes del momento de irse a dormir. Contar cuentos (evitando siempre aquellos que sean de terror o aquellos que sin serlo le produzcan miedo al niño), el calor de los padres suele tranquilizar mucho a los infantes, por lo que en muchas ocasiones resulta beneficioso que sus padres les acompañen cuando se van a quedar dormidos. Los ejercicios de respiración ayudan a disminuir la ansiedad y la agitación, dar la mano al niño, una canción melódica, masajes…el hecho de que los niños sientan a sus progenitores a su lado, puedes producirles seguridad y bienestar lo que va a repercutir en una buena conciliación del sueño, evitando así, que se acuesten estresados.
Permitir el uso de elementos que generen confianza y protección. Existen elementos específicos que ayudan a algunos niños a sentirse más protegidos. Ejemplo de ellos son: lámparas con dibujos, peluches, mantas o sábanas que tengan un valor sentimental para el niño, etc. Asimismo, dejar la puerta abierta también puede ser útil, pues el niño piensa que si se da un episodio de pesadillas, sus padres podrán socorrerle con mayor facilidad.
Evitar las bebidas/comidas estimulantes. La dieta que tengamos también se ve reflejada en la conciliación y en el sueño. Hay algunos alimentos que entorpecen la buena calidad del sueño, contribuyendo a que se presenten sueños desagradables vívidos durante la noche. Al llegar el final del día, la digestión es más lenta, por esta razón es aconsejable consumir alimentos que sean ligeros, como la verdura, pavo o pollo. Se aconseja evitar ciertos productos, como la Coca Cola, bebidas energéticas, comidas picantes, dulces, golosinas o carnes rojas.
Después:
Tranquilizar al niño. Las pesadillas producen sensaciones desagradables: agitación, angustia, fuertes palpitaciones, sudoración en algunos casos…los sueños pueden llegar a ser tan vívidos que parece que nos está ocurriendo aquello que soñamos. Es esencial tranquilizar y consolar al niño después de un episodio de este tipo. En la mayoría de las ocasiones, su hijo gritará debido al miedo. Es aconsejable que el padre o la madre estén a su lado hasta que consiga dormirse otra vez.
Hablar con el niño. Como se ha mencionado anteriormente, se producen más ensoñaciones desagradables durante periodos de estrés. Este tipo de sueños, son una continuación de todas las emociones a las que se enfrenta el niño. Por ello, una relación de confianza en la que los niños expresen a los padres como se sienten es fundamental. Hablar de los problemas que tienen, de los retos a los que se enfrentan, de los momentos de dificultad, etc., resulta muy beneficioso. No obstante, no se debe presionar al niño para que hable.
No ridiculizar. Las pesadillas generan mucho malestar y angustia. En ningún caso se debe insultar a nadie por tenerlas, ni tampoco por pedir auxilio a los padres cuando éstas aparecen.
Insistir en que no son reales. Aunque ellos crean que aquello que sueñan les puede pasar en la vida real, es fundamental que se les explique que no es así. A los niños más pequeños les costará entenderlo, pero se debe insistir en ello. Servirá como frase tranquilizadora y, con el paso del tiempo lo irán entendiendo.
Escuchar con atención. La mayoría de los niños quieren contar todo lo que han soñado detalladamente. A pesar de que se esté cansado, resulta útil escuchar con interés la pesadilla con la que han soñado. Es una manera de que puedan librarse de ellas.
Ayudar a encontrar un final feliz. Sirve como técnica el hecho de encontrar un final feliz. Puede llevarse a cabo de diferentes maneras, una vez descrita la pesadilla, los padres pueden relatar otro desenlace, escuchar a sus hijos mientras lo hacen o incluso se pueden escribir en un cuaderno. Es una manera de vencer a los malos sueños.
¿En qué se diferencian las pesadillas de los terrores nocturnos?
Los terrores nocturnos no son lo mismo que las pesadillas. Si ves a tu hijo, pasado un rato después de haber conciliado el sueño, que está gritando, aparentemente despierto y sin percatarse de lo que está ocurriendo, lo que experimenta son terrores nocturnos. En algunas ocasiones, cuando tiene lugar esta alteración del sueño, los niños se encuentran agitados, muy aterrados, pueden llorar, mover las manos o las piernas.
Los terrores nocturnos, a diferencia de las pesadillas, ocurren en la etapa de sueño profundo, y el despertar suele ser parcial. Normalmente no son recordados a la mañana siguiente.
Tanto los terrores nocturnos como las pesadillas aparecen frecuentemente en la infancia y suelen remitir con el paso del tiempo. En caso de que esto no ocurra, sería apropiado consultar con profesionales expertos.
“He tenido sueños y he tenido pesadillas, pero he vencido a mis pesadillas gracias a mis sueños” Jonas Salk (investigador médico y virólogo estadounidense).
Natalia Correa Flores, psicóloga en Aesthesis Psicólogos Madrid
Referencias:
Bebesymas.com. (2006). Terrores nocturnos y pesadillas de los niños. Cómo distinguir. http://www.bebesymas.com/salud-infantil/como-distinguir-entre-una-pesadilla-y-un-terror-nocturno
Geosalud.com. (n.d.). Trastornos del Sueño. http://www.geosalud.com/Salud_Mental/trastornos_sueno.htm
Kidshealth.org. (2013). Las pesadillas. https://kidshealth.org/es/kids/nightmares.html