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Causas de los ataques de pánico

por | 11 May 2017 | Psicología Clínica

A lo largo del tiempo se ha desarrollado un gran número de teorías relacionadas con el Ataque de Pánico que nos han permitido conocer más detalles sobre dicho proceso. No obstante, en la actualidad existen ciertas lagunas en torno a los factores causales que esta problemática.

Ataques de Pánico Causas Psicológicas

El Ataque de Pánico, también conocido como «Crisis de Angustia», es definido como una respuesta de miedo y/o malestar intensos que aparece de forma súbita y aislada, con una duración muy variable. Asimismo, manuales diagnósticos como el DSM indican que dicha respuesta suele acompañarse de diversas manifestaciones de naturaleza somática como taquicardia, sudoración, temblores, sensación de ahogo, opresión en el pecho, náuseas, mareos, desmayos, sofocos, sensación de irrealidad y de pérdida de control, miedo a morir, etc. Además, dichas manifestaciones no pueden ser explicadas por el consumo de sustancias o por el padecimiento de otras problemáticas.

Por otro lado, para concretar la naturaleza del problema es necesario considerar el contexto en el que se produce dicho episodio. Teniendo el cuenta la relación con los posibles desencadenantes, los ataques de pánico pueden clasificarse en:

  • Inesperados. El inicio del episodio no coincide con desencadenantes manifiestos.
  • Determinados situacionalmente. Los ataques se producen ante la presencia o anticipación de un estímulo o situación específico.
  • Predispuestos situacionalmente. Los episodios son más comunes en situaciones concretas, aunque no se encuentran asociadas completamente con las mismas.

Los ataques de pánico pueden originarse en una multitud de situaciones, especialmente en aquellas capaces de generar un estado de elevada activación fisiológica o ante un evento de estrés específico. Una vez se ha producido el primer episodio, dicha situación queda asociada con las sensaciones experimentadas durante el mismo. Como consecuencia, se genera una tendencia a evitar esta situación.

De este modo, el ataque de pánico ha estado tradicionalmente vinculado a la agorafobia, caracterizada por una intensa respuesta de ansiedad ante aquellas situaciones en las que resulta complicado escapar o conseguir ayuda. Estas situaciones son experimentadas con un profundo malestar y, en muchas ocasiones, evitadas. En algunos casos, debido a la cronificación de la problemática, se puede llegar a producir un confinamiento en el hogar que genera graves repercusiones en distintas áreas de la vida de la persona. Asimismo, se ha observado una alta convergencia con otras problemáticas como ansiedad generalizada, trastornos del estado de ánimo, fobias, consumo desmesurado de alcohol, fármacos y otras sustancias, etc.

A pesar de las definiciones tan precisas sobre este trastorno, las investigaciones no han conseguido determinar el curso exacto del episodio, así como los factores que generan una mayor vulnerabilidad.

En esta misma línea, una de las explicaciones actuales hace alusión a un sistema de alarma que se activa en situaciones en las que no resulta necesario. Asimismo, debido a la correlación con determinadas alteraciones fisiológicas (hipotensión, hiperventilación…) y bioquímicas (noradrenalina y serotonina) se ha llegado a sugerir un origen congénito de esta patología.

No obstante, en la actualidad sigue habiendo un gran vacío en cuanto a la etiología o las causas de estas alteraciones que podrían explicar, en parte, la aparición de los ataques de pánico. Por este motivo, la mayoría de las intervenciones van dirigidas a la supresión de los síntomas, pudiendo resultar un tratamiento superficial en muchos de los casos.

Factores vinculados a los Ataques de Pánico

A pesar de no conocer las causas específicas de esta problemática, se ha destacado una lista de factores de distinta naturaleza que podrían dar cuenta de los episodios de ataque de pánico. A continuación se recogen los más significativos:

  • Variables parentales y ansiedad en la infancia

Una de las mayores dificultades extraídas de los estudios con familias para determinar la influencia de los factores familiares en el origen de una determinada problemática, es la dificultad para discernir la influencia genética de la ambiental. No obstante, diversas investigaciones longitudinales sostienen que las personas criadas en ambientes familiares sobreprotectores y rígidos poseen una mayor prevalencia de Trastorno de Pánico. Asimismo, estas investigaciones sostienen que dichos patrones parentales, junto a los distintos estresores experimentados durante la infancia y la adolescencia, podrían incrementar la probabilidad de desarrollar un Trastorno de Personalidad Evitativo o Dependiente, así como incidir en el origen y mantenimiento del Trastorno de Pánico con o sin Agorafobia.

Otros factores que han sido vinculados a este problema son los problemas económicos familiares, experiencias de abuso, ansiedad de separación en la infancia o pérdida temprana de los progenitores.

  • Inhibición Conductual

Definida por Kagan y colaboradores como un rasgo temperamental que implica la tendencia a ser cauto, callado y reservado en las situaciones o contextos no familiares. Asimismo, se trata de un tendencia estable mantenida a lo largo de la infancia y la adolescencia.

Por otro lado, Segui y colaboradores llevaron a cabo un estudio con personas con un diagnóstico temprano de Trastorno de Pánico y se concluye que el inicio precoz de esta patología proviene de un factor temperamental común de inhibición conductual.

  • Sensibilidad a la Ansiedad

Este factor hace alusión a una mayor predisposición a responder con temor a los signos de ansiedad. No obstante, es preciso destacar que los resultados de distintas investigaciones han correlacionado este factor con el mantenimiento del Trastorno de Pánico pero no con el origen del mismo.

  • La percepción de control de la ansiedad

El Trastorno de Pánico ha sido asociado en diversos estudios con la dificultad para controlar o gestionar las respuestas emocionales y situaciones vitales. Por este motivo, estas personas podrían poner en marcha esfuerzos desmesurados por prevenir los estados de ansiedad o angustia. Asimismo, se ha señalado que estas personas podrían poseer un déficit en el procesamiento emocional, lo que indicaría la presencia de una mayor vulnerabilidad a sufrir un primer episodio.

Antecedentes remotos

Por otro lado, recientes investigaciones han aportado datos sobre los componentes neurofisiológicos que explicarían el motivo por el cual, ante situaciones traumáticas o de conflicto, no todas las personas experimentan las manifestaciones somáticas que caracterizan al Ataque de Ansiedad. Además, es necesario destacar la gran diversidad en los signos manifestados entre las distintas personas.

En esta misma línea, estudios actuales concluyen que las situaciones de abuso y negligencia durante la infancia se encuentran correlacionadas con patrones desorganizados en la respuesta de estrés y temor, relacionada con la hiperactivación del eje hipotálamo-pituitario-adrenal (HPA). Asimismo, se ha observado que dicho patrón tiende a mantenerse estable, fomentando la emisión de respuestas de sobreactivación.

Como consecuencia, se hipotetiza que dichos episodios pueden no estar relacionados directamente con un evento estresante actual, lo que justificaría la dificultad para identificar una causa manifiesta que pueda generar dicho episodio. De esta forma, estímulos o situaciones del presente podrían actuar a modo de desencadenantes sin que la persona sea capaz de tomar conciencia de la fuente subyacente y real de esta problemática.

Factores vinculados a la persistencia de los Ataques de Pánico

Una vez se ha producido la primera crisis, la angustia experimentada por la persona no depende únicamente de los conflictos inconscientes que la generaron, sino que la evocación de la situación, que actúa a modo de “angustia señal”, es capaz de reactivar las manifestaciones corporales o dichos conflictos latentes, fomentando la aparición de un nuevo episodio.

De esta forma, la crisis de angustia podría estar mediada por la activación de representaciones de distinto nivel de simbolización como, por ejemplo, sentimientos de culpa por alguna fantasía o deseo conflictivo, la pérdida o el abandono de figuras importantes, un lugar desconocido, así como la aparición de señales fisiológicas como malestar torácico.

Como consecuencia, se genera una nueva representación de sí mismo en peligro”, lo que implica una sensación de hallarse bajo una amenaza. Además, ésta puede estar influenciada por el discurso de los padres, así como por la posible identificación con el sí mismo en peligro de los progenitores.

No obstante, dicha representación está mediada por otro factor vinculado a esta problemática, el control sobre la angustia. La presencia de una figura de apego con capacidad para calmar la angustia infantil (heterorregulación), es interiorizada como una capacidad de “autoapaciguamiento”, a través de la cual la persona es capaz de gestionar adecuadamente sus niveles de activación psicofisiológica. Por tanto, la ausencia de esta capacidad genera un estado de vulnerabilidad para el desarrollo de diversas problemáticas, así como una dependencia hacia otras figuras significativas para la regulación del alto nivel de activación.

Finalmente, podemos extraer como conclusión la existencia de una gran cantidad de factores, presentes y pasados, vinculados al origen y mantenimiento de este trastorno. Por este motivo, se enfatiza la necesidad de llevar a cabo una intervención exhaustiva que permita profundizar en los antecedentes remotos, responsables de muchos de los factores relacionados con el inicio de los Ataques de Pánico.

Si queréis profundizar en este temática, os recomendamos la sección Ataques de Pánico, donde se describen los principales síntomas y la metodología de trabajo.

 

 

Rafael Fenoy Castaño Psicólogo en Aesthesis Psicólogos Madrid
Referencias

Botella, C. (2001). Tratamientos psicológicos eficaces para el trastorno de pánico. Psicothema, vol. 13 (3), pp. 465-478. 

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Espada, J. P., Van der Hofstadt, C. J. y Galván, B. (2007). Exposición en vivo y técnicas cognitivo-comportamentales en un caso de ataques de pánico con agorafobia. International Journal of Clinical and Health Psychology, vol. 7 (1), pp. 217-232. Recuperado el 4 de mayo de 2017 del sitio web: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=33770115

García, J. A. Agorafobia criterios diagnósticos. Recuperado el 9 de mayo de 2017 del sitio web: http://www.cop.es/colegiados/M-00451/cie10_DSMIV.htm

Leiva, M. C. y Quintana, G. R. (2010). Factores Ambientales y Psicosociales Vinculados a Síntomas de Ataque de Pánico Después del Terremoto y Tsunami del 27 de Febrero de 2010 en la Zona Central de Chile. Terapia Psicológica, vol. 28 (2), pp. 161-167. Recuperado el 4 de mayo de 2017 del sitio web: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=78516731004

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Vargas, J. H. (2003). Reseña de «Agorafobia y ataques de pánico» de Bados López, A. Persona, Vol. 6, pp. 231-236. Recuperado el 4 de mayo de 2017 del sitio web: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=147118110017

 

 

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