El espacio destinado al ejercicio de la psicología en particular, así como al resto de profesiones en general, cobra cada vez más relevancia en cuanto a su influencia sobre el comportamiento y la respuesta emocional de las personas; repercutiendo, incluso, en el éxito de la práctica profesional.
La consulta psicológica es el lugar donde se presta un servicio de prevención, promoción y/o intervención orientada a la búsqueda del bienestar de los pacientes. Es por ello que este espacio terapéutico debe ofrecer un ambiente íntimo de privacidad, seguridad y confort que facilite tanto la relación terapéutica como el desarrollo de la terapia.
En este sentido, el estudio e interés sobre la organización y características del espacio de trabajo ha ido creciendo en las últimas décadas, siendo un tema cada vez más importante para distintos profesionales tanto del ámbito sanitario (psicólogos, psiquiatras, fisioterapeutas…) como de otros sectores (profesores, abogados, ingenieros…). En esta línea, desde algunas ramas de la Psicología se ha estudiado cómo la organización y el diseño de los ambientes de trabajo ejerce una influencia directa sobre las actitudes y expectativas de los individuos.
El espacio terapéutico como facilitador del cambio
El lugar de trabajo debe estar organizado y bien estructurado ya que constituye un elemento fundamental para el aprendizaje, el crecimiento y/o el cambio. Dentro de esta estructura, adquieren una especial relevancia las características arquitectónicas, el mobiliario, los elementos decorativos, los recursos necesarios para la intervención o la ubicación del centro. A través de estos elementos, se facilita o dificulta la consecución de los objetivos, así como la implicación de los individuos en el desarrollo de la terapia.
La presencia en los despachos de chimeneas, sofás, plantas y otros elementos similares promueve el recuerdo del hogar y genera en el paciente una mayor sensación de familiaridad. Además, hay otras características de los espacios capaces de generar diversas sensaciones en los pacientes sin que sean conscientes de ello. Algunos ejemplos de estos elementos son el color, la carga iónica y eléctrica presente en el ambiente, la temperatura, la luz, etc.
De esta forma, lo recomendable es que el espacio terapéutico reúna las siguientes características:
- Colores claros y fríos. La predominancia de tonalidades claras y frías (blancos, grises, azules…) genera una mayor sensación de tranquilidad, relajación y descanso.
- Pocos elementos eléctricos o plásticos. La presencia de este tipo de elementos incrementa el nivel de iones de carga positiva, capaces de generar efectos perjudiciales sobre la salud y el estado anímico de las personas, llegando a producir un efecto depresivo sobre el psiquismo humano.
- Presencia de la luz natural. Además de los beneficios de este tipo de iluminación para la salud física y psicológica (menor sensación de fatiga, mejor concentración, mayor rendimiento…), la luz eléctrica también promueve la aparición de dichos iones positivos.
- Temperatura adaptada. Lo más recomendable es que la habitación tienda a estar fresca. El calor excesivo facilita la irritabilidad, pero el frío desmedido genera incomodidad. Como consecuencia, se destaca la idoneidad de disponer de un espacio climatizado que permita una regulación de la temperatura.
- Olores relajantes. Distintas investigaciones y publicaciones corroboran la influencia que tienen los distintos aromas sobre el estado de ánimo de las personas. Asimismo, se ha visto que fragancias de menta o canela pueden generar una sensación de relajación y calidez. Por otro lado, la revista Science subraya la importancia de la percepción de un olor familiar en el individuo, por lo que se recomienda el mantenimiento del mismo aroma en el espacio de trabajo, favoreciendo así la asociación entre dicho espacio y, en este caso, la terapia.
- Música. Desde hace años, se apoya la teoría de la influencia de la música sobre la química cerebral. En esta línea, se ha podido constatar la liberación de dopamina (hormona vinculada al placer) al escuchar distintas sintonías. Más concretamente, en relación a los posibles efectos de la música clásica, han sido contrastados diversos efectos como una reducción de la ansiedad y el dolor, mejora del rendimiento e incremento de la calidad del sueño.
Además de la idoneidad de esta lista de factores, la familiaridad, construida a partir del uso reiterado de estos u otros elementos, constituye un factor esencial debido a su capacidad para generar una influencia directa sobre la percepción y las respuestas del paciente. En conjunto, la presencia de estos elementos permite crear un clima más relajado, fomentando la comunicación, el cambio y el vínculo terapeuta-paciente.
Otro elemento relevante que influye sobre la conducta del paciente, y sobre su interés por continuar con la terapia, son las expectativas, conscientes o inconscientes, generadas por el propio asistente. Dichas expectativas se desarrollan mediante la interacción con el terpeuta pero también a partir de todos aquellos elementos presentes en la consulta. De esta forma, generar un espacio que pueda favorecer el desarrollo de expectativas positivas en los pacientes puede contribuir al incremento de su motivación con la intervención.
Limitaciones de la Terapia no presencial
En la actualidad se ha producido un incremento notable del número de intervenciones realizadas a partir de las nuevas tecnologías. Aunque esta alternativa de tratamiento presenta algunas ventajas (mayor cobertura y acceso), algunos autores han señalado ciertas desventajas como la pérdida de la comunicación no verbal, descenso de la espontaneidad en la relación terapéutica, dificultades en la evaluación a través de medios escritos o limitaciones en el entrenamiento de estrategias o técnicas. Asimismo, se resalta la pérdida de la influencia de los elementos que componen el ambiente de trabajo.
En esta misma línea, diversos autores confirman la relevancia de la terapia presencial para el buen desarrollo de la misma. El trabajo cara a cara facilita la constitución de un nuevo vínculo terapeuta-paciente que contribuye a la creación de un “espacio seguro” capaz de reducir el estado de alarma y las defensas del consultante, un aspecto imprescindible para el éxito terapéutico.
Asimismo, son muchos los profesionales de la psicología los que opinan que la terapia on-line no sustituye la terapia presencial, sino que debe ser considerado como un recurso auxiliar. Esta situación es especialmente relevante en aquellos problemas más graves que requieren una intervención directa y donde el contexto clínico se convierte en un elemento indispensable.
En Aesthesis, consideramos fundamental que los terapeutas dispongan de un espacio de cuidada ambientación, elegante y funcional, pensado para que los pacientes se sientan cómodos y seguros en un entorno familiar y acogedor.
¡Echa un vistazo a nuestros despachos y dinos qué te parecen!
Centro Aesthesis Retiro
Centro Aesthesis Velázquez
Centro Aesthesis Chamberí
Centro Aesthesis San Bernardo
Centro Aesthesis Cibeles
Rafael Fenoy Castaño, psicólogo en Aesthesis Psicólogos Madrid
Referencias
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