El 25 % de la población sufrirá alguna enfermedad mental en algún momento de su vida, según los datos de la OMS (Organización Mundial de la Salud). A pesar de ello, continúan existiendo muchas falsas creencias acerca de los trastornos de salud mental que es necesario desmentir.
10 de Octubre: Día de la Salud Mental
El hecho de celebrar el 10 de octubre el Día Mundial de la Salud Mental fue una iniciativa creada por la Federación Mundial de la Salud Mental, con el fin de dar más visibilidad a las enfermedades mentales, de normalizarlas, de dignificar a los enfermos y de luchar contra los estigmas, la discriminación y la marginación que les afecta.
En este sentido, a pesar de las numerosas campañas de sensibilización y un gran volumen de documentales sobre esta temática, en los que se habla de los trastornos mentales con rigurosidad y profesionalidad, continúa habiendo numerosos mitos entorno a las enfermedades de salud mental, mitos alejados de la realidad de estos trastornos y sin ningún fundamento científico, que producen la estigmatización de las personas que los padecen. Estas creencias populares dan lugar a actitudes de rechazo e intolerancia, generando un malestar añadido a los enfermos y a sus allegados.
Desmintiendo los mitos sobre las Enfermedades Mentales
Son habituales expresiones como las que se muestran a continuación que reflejan las falsas creencias existentes sobre las enfermedades mentales, especialmente en el caso de los trastornos mentales graves, muy estigmatizados, y muy desconocidos, por la sociedad en general.
“Las personas que padecen enfermedades mentales son violentas, peligrosas e impredecibles”
La mayoría de las personas con enfermedades mentales, incluso graves, no son violentas, simplemente tienen las mismas probabilidades de ser violentas que cualquier otra persona que no padezca un trastorno mental. Por el contrario, son más vulnerables a ser víctimas de violencia y otro tipo de delitos que las personas que no padecen una enfermedad de salud mental. Este falso enunciado está nutrido por la imagen distorsionada que muchos medios de comunicación transmiten con titulares sensacionalistas. Además, el cine y las series de televisión han incrementado la credibilidad de esta errónea concepción de los trastornos mentales.
“No pueden vivir en sociedad porque no se adaptan”
Las personas que padecen una enfermedad mental grave pueden convivir perfectamente en sociedad disponiendo de los apoyos y recursos necesarios para hacer una vida independiente y autónoma. Este tipo de apoyos los deben brindar las instituciones pertinentes de la mano de profesionales de distintos ámbitos como médicos, psicólogos, orientadores laborales, trabajadores sociales, acompañantes terapéuticos, educadores sociales o grupos de apoyo, entre otros. Estos apoyos, bien coordinados entre sí, permiten contener los síntomas, promueven su integración social e intentan mitigar los efectos de los trastornos mentales. De hecho, que estas personas estén integradas en la sociedad y tengan en su red social no solo profesionales, sino también pareja, familiares y amigos que les ayuden y brinden apoyo en su día a día, predice una mejor evolución de su patología y es un factor de protección para recaídas o para el agravamiento del trastorno.
“No son válidos para trabajar”
Al igual que en el caso anterior, aquellos que padecen un trastorno mental grave pueden trabajar como cualquier otra persona si se les brindan las condiciones y apoyos necesarios para que lo hagan. Sin embargo, la sociedad en general, y las empresas en particular, dificultan sobremanera que estas personas accedan a un puesto de trabajo y puedan desarrollarse en un ambiente laboral, algo igualmente muy positivo y necesario para la evolución y mejora de la enfermedad. En los pocos casos en los que logran un puesto de trabajo, no se les otorga responsabilidades, de tal manera que se les imponen limitaciones, se les «infantiliza», con lo cual realmente al final entre todos lo que hacemos es «discapacitarles».
“Los trastornos mentales no se curan”
Las personas con trastornos mentales graves, con los apoyos suficientes y un tratamiento adecuado y controlado, pueden mejorar y, de hecho, mejoran. El tratamiento incluye el control médico periódico, tratamiento farmacológico, apoyo psicológico, apoyo familiar, apoyo de profesionales que les brindan ayuda a la hora de encontrar trabajo y, dependiendo del deterioro de la persona, profesionales y voluntarios que les ayudan a realizar actividades cotidianas (como ir a comprar, gestionar el dinero, limpiar la casa, mantener unos hábitos saludables, etcétera).
“Si padece algún trastorno mental es porque bebe, se droga o no se cuida”
Si bien es cierto que las drogas precipitan el inicio o empeoran las enfermedades mentales, la realidad es que las causas de los trastornos mentales graves son muy variadas. Asimismo, existen algunos factores de riesgo que hacen vulnerable a la persona a padecerlos, como son la predisposición genética, alteraciones a nivel cerebral, carencias en los primeros vínculos con las figuras de apego, déficits emocionales, traumas psicológicos, aspectos sociales, o aspectos ambientales como el estrés laboral, la pobreza o el aislamiento.
Además, algunas personas con trastorno mental grave que sí tienen adicciones o incurren en conductas autodestructivas, son sujetos que recurren al consumo de sustancias como vía de escape debido a la intensidad de su angustia, o a las características de su enfermedad. Así, la falta de cuidado personal, los problemas con el alcohol y las drogas pueden ser también una complicación posterior a padecer un trastorno mental grave.
Ni se puede ni se debe generalizar, pues muchos enfermos mentales graves se cuidan y no consumen sustancias nocivas, pero aún así, padecen la enfermedad. Es necesario tener claro que las personas que padecen estos trastornos no son culpables de haber desarrollado las patologías que padecen.
“A mí no me pasará”
Dado que las enfermedades mentales y sus causas son múltiples y distintas, todas las personas pueden llegar a padecer una enfermedad mental, de hecho, la OMS (Organización Mundial de la Salud) estima que 1 de cada 4 personas sufrirá una enfermedad mental en algún momento de su vida. Es por ello muy importante cuidar tanto nuestra salud física como nuestra salud mental, y prevenir la aparición de estos trastornos manteniendo unos buenos hábitos de vida (dormir lo suficiente para descansar, tener una dieta adecuada, hacer deporte, mantener relaciones personales sanas, ejercitar la mente…).
“Éste tiene un TOC” “Estoy depre..” “¡Eres bipolar!” “Estoy en modo autista” “No seas antisocial” “Esto es para cortarse las venas”
¿Cuántas veces dices o escuchas frases como éstas? A menudo utilizamos palabras técnicas que señalan patologías clínicas para hacer referencia a fenómenos cotidianos como estar triste o tener un mal día, ser muy ordenado, tener cambios de humor, no tener ganas de salir o necesitar pasar un tiempo con nosotros mismos. El modo en que las usamos conlleva una fuerte connotación negativa, y contribuye a perpetuar el estigma y el desconocimiento de las enfermedades mentales.
Según los datos de la OMS, los trastornos mentales serán la principal causa de discapacidad en el mundo para el año 2030. Sin embargo, con estas expresiones, negamos el componente patológico de la angustia y las tremendas dificultades con las que se encuentran los sujetos que padecen una enfermedad mental, ya que lo equiparamos al sufrimiento que generan los problemas cotidianos a las personas que no tienen este diagnóstico. Así, utilizar estos términos clínicos tan a la ligera alimenta la falsa creencia de que sus limitaciones o particularidades son una excusa o algo caprichoso. Aunque sabemos que no es algo que hagamos de forma premeditada, porque son expresiones, por desgracia, muy extendidas en la sociedad, supone frivolizar con crueldad los trastornos mentales.
Ayudar en la integración en la sociedad de las personas con enfermedad mental
Debemos ser todos conscientes de que al impedir a las personas con enfermedades mentales la convivencia normalizada con otros individuos, al negarles el acceso a un trabajo, al dificultar, en definitiva, su integración en la sociedad, estamos «discapacitando» a estas personas. Si no hacemos por ayudarles a integrarse, estamos impidiendo o dificultando que puedan mantener relaciones personales y laborales normalizadas y favoreciendo así que vivan aislados, que no mantengan una rutina (tan necesaria para la gran mayoría de ellos), que disminuya su percepción de valía, su autoestima, que no luchen por sus derechos o sus deseos… Ello probablemente hará que dejen de interesarse y responsabilizarse de su bienestar, de mantener buenos hábitos o de intentar ser útiles. Y todo ello en conjunto produce más estigmatización y discriminación.
En definitiva, todos debemos ser más comprensivos y tolerantes, tratar de ayudar a integrarse a las personas con enfermedad mental, y comenzar a cuestionarnos todas esos falsos mitos y creencias sobre las enfermedades mentales sin ningún respaldo científico.
«Si cambias la forma en que miras las cosas, las cosas que miras cambian.»
Wayne Dyer (Michigan, 10/05/1940, Hawái, 29/08/2015), psicólogo y escritor estadounidense especialista en autoayuda
Rosa Hidalgo-Barquero, psicóloga en Aesthesis Psicólogos Madrid
Referencias:
Confederación Salud Mental España. (2018). Los problemas de salud mental serán la principal causa de discapacidad en el mundo en 2030. https://consaludmental.org/notas-de-prensa/problemas-salud-mental-principal-discapacidad-mundo-2030/
Psicólogos, C. (2016). Hoy, 10 10 de octubre, se celebra el Día de la Salud Mental. Infocop.es. http://www.infocop.es/view_article.asp?id=1071
Organización Mundial de la Salud. (2018) Salud mental: fortalecer nuestra respuesta. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/mental-health-strengthening-our-response
Saxena, S., Hosman, C., & Jané-Llopis, E. (2004). Prevención de los Trastornos Mentales: Intervenciones Efectivas y Opciones de Políticas (1st ed.). Francia: World Health Organization. https://apps.who.int/iris/handle/10665/78545